Asentado en una taberna típicamente madrileña, La copita Asturiana conserva su fachada original, lo que le ha valido estar catalogada como Elemento Protegido por el Ayuntamiento de Madrid. En su interior, un centenario mostrador de estaño recibe a sus clientes y amigos para transportarlos a un mundo de sabores tradicionales construidos con los mejores productos: fabada, fabes con almejas, callos con garbanzos, pescados frescos y carnes seleccionadas que acompañamos de una cuidada selección de vinos.
Nos preocupa nuestro patrimonio histórico y cultural, y por eso cuidamos nuestro legado. En este enlace podrán ver el trabajo de restauración de nuestro rótulo en vidrio.
Un poco de nuestra historia
Mari y Pepe procedentes de Asturias, ambos de una pequeña
aldea del concejo de Valdés, abrieron La Copita Asturiana el 20 de mayo de
1959. Este local, despacho de vinos ya desde 1904, era frecuentado por Pepe
como cliente en la década de los 50, por eso él siempre decía que hacía más de 60 años que lo conocía.
Ambos empezaron aquí su primer proyecto en común, su nuevo
medio de vida tras casarse en Asturias y aquí sigue María, acompañada por su hija Olga desde 2018 al frente del negocio.
María y Olga dan vida a los fogones y atienden al público junto con José María, el marido de Olga.
Un poco de historia:
En sus inicios, La Copita Asturiana era este un lugar donde
los vecinos del barrio se reunían a jugar sus partidas de dominó en sus mesas
de mármol, tomar unos “chatos de vino” y unas raciones (patatas de la fayona,
lacón, manitas, callos, caldo gallego, escabeches…..etc. Algunos de estos
platos todavía persisten en nuestra carta.
Poco a poco y al igual que la vida y las costumbres cambian,
los clientes ya no buscaban jugar la partida sino venir a
disfrutar de la buena comida, y Mari empezó a preparar nuevos platos: fabes con
almejas, fabada….
Los clientes fueron aumentando y empezaron a venir de otras
zonas. Era la época en la que el Mercado del Pescado estaba en la Puerta de
Toledo y con ello empezaron a venir camioneros, que siempre han tenido fama de
gustarles comer bien. Con el paso del tiempo y los cambios en la ciudad, ya les
resulta más complicado acercarse, aunque algunos cuando vienen, ahora ya de visita a Madrid, siguen acordándose de
nosotros.
Para entonces el “boca a boca” de los clientes fue atrayendo
un público muy variopinto y diferente, y al que siempre hemos intentado tratar lo
mejor posible. Hoy tenemos de todo el mundo de México, Estados Unidos,
Australia, Francia, Portugal… Clientes que siempre que visitan Madrid nos
llaman incluso antes de viajar para reservar su mesa.
Mari y Pepe que vinieron aquí con 16 y 27 años
respectivamente cuando empezaron, les decían que a ver si tenían suerte, pues
parece ser que los últimos dueños del local no habían sido muy afortunados.
Visto a posteriori parece que si han tenido suerte:
- La suerte de tener unos clientes fieles que han
transmitido “boca a boca” el nombre del lugar porque a pesar de no tener lujos
parecen salir satisfechos de la comida y del trato y han sabido perdonar los
fallos que hayamos tenido.
- Clientes
que se han transformado en amigos y que han transmitido a sus hijos y nietos el
gusto por esta comida y que siguen acompañándonos
- La suerte también de tener buenos empleados acompañándoles
y aprendiendo
Pero a la suerte se la atrae con el esfuerzo, la lucha
continua y las largas y duras jornadas de trabajo que los dos han dedicado a
este negocio. La Copita Asturiana ha sido su vida, para ellos y para toda la familia. Por eso, en 2018, Olga -junto a su Madre y a su marido- decidió darle continuidad, abandonando su profesión como economista, para que el espiritu y el esfuerzo realizado por sus padres permanezca.
Mari, Olga, José María y su equipo siguen a su servicio para que Madrid siga disfrutando de este rincón de historia y buena comida.